Octubre 1
COMIENZA EL MINISTERIO DE JESÚS
Tentación de Jesús
Mt. 4.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.2 Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre.3 Se le acercó el tentador y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Él respondió y dijo:
—Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
5 Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del Templo6 y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está:
»“A sus ángeles mandará acerca de ti”,
»y
»“En sus manos te sostendrán,
para que no tropieces con tu pie en piedra”.
7 Jesús le dijo:
—Escrito está también: “No tentarás al Señor tu Dios”.
8 Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,9 y le dijo:
—Todo esto te daré, si postrado me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo:
—Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás”.
11 El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo servían.
Mr. 1.12,13 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Luego el Espíritu lo impulsó al desierto.13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días. Era tentado por Satanás y estaba con las fieras, y los ángeles lo servían.
Lc. 4.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre.
3 Entonces el diablo le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.
4 Jesús, respondiéndole, dijo:
—Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”.
5 Luego lo llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.6 Le dijo el diablo:
—A ti te daré todo el poder de estos reinos y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada y a quien quiero la doy.7 Si tú, postrado, me adoras, todos serán tuyos.
8 Respondiendo Jesús, le dijo:
—Vete de mí, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás”.
9 Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,10 pues escrito está:
»“A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden”,
11 »y
»“En las manos te sostendrán,
para que no tropieces con tu pie en piedra”.
12 Respondiendo Jesús, le dijo:
—Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios”.
13 Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él por un tiempo.
Jesús principia su ministerio
Mt. 4.12-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea.13 Dejando Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,14 para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías:
15 «¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio gran luz,
y a los que habitaban en región de sombra de muerte,
luz les resplandeció».
17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!».
Mr. 1.14,15 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios.15 Decía: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!».
Lc. 4.14,15 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.15 Enseñaba en las sinagogas de ellos y era glorificado por todos.
Los primeros discípulos
Jn. 1.35-42 DHH NIV NBD NVI LBLA
35 Al siguiente día estaba otra vez Juan, y con él dos de sus discípulos.36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: «¡Este es el Cordero de Dios!».37 Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús.38 Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les dijo:
—¿Qué buscáis?
Ellos le dijeron:
—Rabí—que significa «Maestro»—, ¿dónde vives?
39 Les dijo:
—Venid y ved.
Fueron y vieron dónde vivía, y se quedaron aquel día con él, porque era como la hora décima.40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.41 Aquel encontró primero a su hermano Simón, y le dijo:
—Hemos encontrado al Mesías—que significa «Cristo»—.
42 Y lo trajo a Jesús. Mirándolo Jesús, dijo:
—Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas—es decir, Pedro—.
Jesús llama a Felipe y a Natanael
Jn. 1.43-51 DHH NIV NBD NVI LBLA
43 Al siguiente día, Jesús quiso ir a Galilea; encontró a Felipe y le dijo:
—Sígueme.
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:
—Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret.
46 Natanael le dijo:
—¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Respondió Felipe:
—Ven y ve.
47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él:
—¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!
48 Le dijo Natanael:
—¿De dónde me conoces?
Jesús le respondió:
—Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49 Natanael exclamó:
—¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!
50 Le contestó Jesús:
—¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? Cosas mayores que estas verás.
51 Y agregó:
—De cierto, de cierto os digo: Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.
Jesús llama a cuatro pescadores
Mt. 4.18-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 Pasando Jesús junto al Mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.19 Y les dijo:
—Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, lo siguieron.21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan, en la barca con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.22 Ellos, dejando al instante la barca y a su padre, lo siguieron.
Mr. 1.16-20 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 Andando junto al Mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.17 Jesús les dijo:
—Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18 Y dejando al instante sus redes, lo siguieron.
19 Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca remendando las redes;20 y en seguida los llamó. Entonces, dejando a su padre, Zebedeo, en la barca con los jornaleros, lo siguieron.
Lc. 5.1-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció que estando Jesús junto al Lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oir la palabra de Dios.2 Vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; los pescadores habían descendido de ellas y lavaban sus redes.3 Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:
—Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
5 Respondiendo Simón, le dijo:
—Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red.
6 Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía.7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo:
—Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
9 Por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él,10 y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
—No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
11 Trajeron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron.
Octubre 2
Llamamiento de Mateo
Mt. 9.9-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 Saliendo Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en el banco de los tributos públicos, y le dijo:
—Sígueme.
Él se levantó y lo siguió.10 Aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, muchos publicanos y pecadores, que habían llegado, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos:
—¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
12 Al oir esto Jesús, les dijo:
—Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.13 Id, pues, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”, porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Mr. 2.13-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Después volvió a la orilla del mar; y toda la gente venía a él, y les enseñaba.14 Al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo:
—Sígueme.
Y levantándose, lo siguió.
15 Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo habían seguido.16 Los escribas y los fariseos, viéndolo comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos:
—¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores?
17 Al oir esto Jesús, les dijo:
—Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Lc. 5.27-32 DHH NIV NBD NVI LBLA
27 Después de estas cosas salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo:
—Sígueme.
28 Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
29 Leví le hizo un gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.30 Los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo:
—¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?
31 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Elección de los doce apóstoles
Mt. 10.1-4 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros, para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,4 Simón, el cananita, y Judas Iscariote, el que también lo entregó.
Mr. 3.13-19 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Después subió al monte y llamó a sí a los que él quiso, y vinieron a él.14 Designó entonces a doce para que estuvieran con él, para enviarlos a predicar15 y que tuvieran autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro,17 a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan, hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, es decir, “Hijos del trueno”;18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el cananeo,19 y Judas Iscariote, el que lo entregó.
Lc. 6.12-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.13 Cuando llegó el día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles:14 Simón, a quien también llamó Pedro, su hermano Andrés, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé,15 Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote,16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.
MILAGROS DE SANIDADES
Un hombre que tenía un espíritu inmundo
Mr. 1.21-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
21 Entraron en Capernaúm, y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar.22 Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu impuro, que gritó:
24 —¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios.
25 Entonces Jesús lo reprendió, diciendo:
—¡Cállate y sal de él!
26 Y el espíritu impuro, sacudiéndolo con violencia y dando un alarido, salió de él.27 Todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo:
—¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus impuros, y lo obedecen?28 Muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.
Lc. 4.31-37 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Descendió Jesús a Capernaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba;32 y se admiraban de su doctrina, porque su palabra tenía autoridad.
33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio impuro, el cual exclamó a gran voz,34 diciendo:
—¡Déjanos! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
35 Jesús lo reprendió, diciendo:
—¡Cállate y sal de él!
Entonces el demonio, derribándolo en medio de ellos, salió de él sin hacerle daño alguno.36 Todos estaban maravillados, y se decían unos a otros:
—¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus impuros, y salen?
37 Y su fama se difundía por todos los lugares de la región.
Jesús sana a la suegra de Pedro
Mt. 8.14,15 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Fue Jesús a casa de Pedro y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre.15 Entonces tocó su mano y la fiebre la dejó; ella se levantó, y los servía.
Mr. 1.29-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Al salir de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.30 La suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y en seguida le hablaron de ella.31 Entonces él se acercó, la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente se le pasó la fiebre y los servía.
Lc. 4.38,39 DHH NIV NBD NVI LBLA
38 Entonces Jesús se levantó, salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella.39 E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.
Jesús sana a muchos enfermos
Mt. 8.16,17 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 Al caer la noche le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos,17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias».
Mr. 1.32-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados.33 Toda la ciudad se agolpó a la puerta.34 Y sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque lo conocían.
Lc. 4.40,41 DHH NIV NBD NVI LBLA
40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.
Jesús sana a un leproso
Mt. 8.1-4 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Cuando descendió Jesús del monte, lo seguía mucha gente.2 En esto se le acercó un leproso y se postró ante él, diciendo:
—Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3 Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—Quiero, sé limpio.
Y al instante su lepra desapareció.4 Entonces Jesús le dijo:
—Mira, no lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.
Mr. 1.40-45 DHH NIV NBD NVI LBLA
40 Vino a él un leproso que, de rodillas, le dijo:
—Si quieres, puedes limpiarme.
41 Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
—Quiero, sé limpio.
42 Tan pronto terminó de hablar, la lepra desapareció del hombre, y quedó limpio.43 Entonces lo despidió en seguida, y le ordenó estrictamente:
44 —Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.
45 Pero, al salir, comenzó a publicar y a divulgar mucho el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.
Lc. 5.12-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo:
—Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13 Jesús entonces, extendiendo la mano, lo tocó, diciendo:
—Quiero, sé limpio.
Y al instante la lepra se fue de él.14 Jesús le mandó que no lo dijera a nadie. Le dijo:
—Ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para testimonio a ellos.
15 Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.16 Pero él se apartaba a lugares desiertos para orar.
Octubre 3
Jesús sana a un paralítico
Mt. 9.1-8 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.2 Y sucedió que le llevaron un paralítico tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:
—Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
3 Entonces algunos de los escribas se decían a sí mismos: «Este blasfema».4 Conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo:
—¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?5 ¿Qué es más fácil, decir: “Los pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”?6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados—dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
7 Entonces él se levantó y se fue a su casa.8 La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Mr. 2.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después de algunos días, Jesús entró otra vez en Capernaúm. Cuando se supo que estaba en casa,2 inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.3 Entonces vinieron a él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro.4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, quitaron parte del techo de donde él estaba y, a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:
—Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban para sí:7 «¿Por qué habla este de ese modo? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?».
8 Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les preguntó:
—¿Por qué pensáis así?9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”?10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados—dijo al paralítico—:11 A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12 Entonces él se levantó y, tomando su camilla, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron y glorificaron a Dios, diciendo:
—Nunca hemos visto tal cosa.
Lc. 5.17-26 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 Aconteció un día que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la Ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar.18 Sucedió que unos hombres que traían en una camilla a un hombre que estaba paralítico, procuraban entrar y ponerlo delante de él.19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y por el tejado lo bajaron con la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús.20 Al ver él la fe de ellos, le dijo:
—Hombre, tus pecados te son perdonados.
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: «¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?».
22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, les preguntó:
—¿Qué pensáis en vuestros corazones?23 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”?24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados—dijo al paralítico—: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
25 Al instante se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa glorificando a Dios.26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios. Llenos de temor, decían:
—Hoy hemos visto maravillas.
El hombre de la mano seca
Mt. 12.9-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 Saliendo de allí, fue a la sinagoga de ellos.10 Y había allí uno que tenía seca una mano. Para poder acusar a Jesús, le preguntaron:
—¿Está permitido sanar en sábado?
11 Él les dijo:
—¿Qué hombre entre vosotros, si tiene una oveja y esta se le cae en un hoyo, en sábado, no le echa mano y la saca?12 Pero, ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, está permitido hacer el bien en sábado.
13 Entonces dijo a aquel hombre:
—Extiende tu mano.
Él la extendió y le fue restaurada sana como la otra.14 Salieron entonces los fariseos y se confabularon contra Jesús para destruirlo.
Mr. 3.1-6 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Otra vez entró Jesús en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía seca una mano.2 Y lo acechaban para ver si lo sanaría en sábado, a fin de poder acusarlo.3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca:
—Levántate y ponte en medio.
4 Y les preguntó:
—¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?
Pero ellos callaban.5 Entonces, mirándolos con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre:
—Extiende tu mano.
Él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.
6 Salieron entonces los fariseos y se confabularon con los herodianos para destruirlo.
Lc. 6.6-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Aconteció también en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha.7 Y lo acechaban los escribas y los fariseos para ver si en sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarlo.8 Pero él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca:
—Levántate y ponte en medio.
Él, levantándose, se quedó en pie.
9 Entonces Jesús les dijo:
—Os preguntaré una cosa: En sábado, ¿es lícito hacer bien o hacer mal?, ¿salvar la vida o quitarla?
10 Y, mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre:
—Extiende tu mano.
Él lo hizo y su mano fue restaurada.11 Ellos se llenaron de furor y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús.
Jesús ministra a una multitud
Mt. 4.23-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.24 Se difundió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los sanó.25 Lo siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.
Lc. 6.17-19 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades;18 también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados.19 Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos.
Jesús sana al siervo de un centurión
Mt. 8.5-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
5 Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión, que le rogaba6 diciendo:
—Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
7 Jesús le dijo:
—Yo iré y lo sanaré.
8 Respondió el centurión y dijo:
—Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará,9 pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
10 Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que lo seguían:
—De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.11 Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;12 pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
13 Entonces Jesús dijo al centurión:
—Vete, y como creíste te sea hecho.
Y su criado quedó sano en aquella misma hora.
Lc. 7.1-10 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después que terminó todas sus palabras al pueblo que lo oía, entró en Capernaúm.2 Y el siervo de un centurión, a quien este quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniera y sanara a su siervo.4 Ellos se acercaron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole:
—Es digno de que le concedas esto,5 porque ama a nuestra nación y nos edificó una sinagoga.
6 Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole:
—Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo,7 por lo que ni aun me tuve por digno de ir a ti; pero di la palabra y mi siervo será sanado,8 pues también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
9 Al oir esto, Jesús se maravilló de él y, volviéndose, dijo a la gente que lo seguía:
—Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Jesús sana al hijo de un noble
Jn. 4.43-54 DHH NIV NBD NVI LBLA
43 Dos días después salió de allí y fue a Galilea,44 pues Jesús mismo dio testimonio de que al profeta no se le honra en su propia tierra.45 Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron, pues habían visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta, porque también ellos habían ido a la fiesta.
46 Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.47 Cuando oyó aquel que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir.48 Entonces Jesús le dijo:
—Si no veis señales y prodigios, no creeréis.
49 El oficial del rey le dijo:
—Señor, desciende antes que mi hijo muera.
50 Jesús le dijo:
—Vete, tu hijo vive.
El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirlo, y le informaron diciendo:
—Tu hijo vive.
52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron:
—Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre.
53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su casa.54 Esta segunda señal hizo Jesús cuando fue de Judea a Galilea.
Octubre 4
El endemoniado gadareno
Mt. 8.28-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
28 Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.29 Y clamaron diciendo:
—¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?
30 Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos.31 Y los demonios le rogaron diciendo:
—Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.
32 Él les dijo:
—Id.
Ellos salieron y se fueron a aquel hato de cerdos, y entonces todo el hato de cerdos se lanzó al mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas.33 Los que los apacentaban huyeron y, llegando a la ciudad, contaron todas las cosas y lo que había pasado con los endemoniados.34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le rogaron que se fuera de su territorio.
Mr. 5.1-20 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.2 Cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro3 que habitaba en los sepulcros y nadie podía atarlo, ni aun con cadenas.4 Muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos. Nadie lo podía dominar.5 Y siempre, de día y de noche, andaba gritando en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló ante él.7 Y clamando a gran voz, dijo:
—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes!,
8 porque le decía: «Sal de este hombre, espíritu impuro».
9 Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Y respondió diciendo:
—Legión me llamo, porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no los enviara fuera de aquella región.11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo:
—Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Jesús, de inmediato, les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus impuros, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil. El hato se precipitó al mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.
14 Los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y la gente salió a ver qué era aquello que había sucedido.15 Llegaron a Jesús y vieron al que había estado atormentado por el demonio, el que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.16 Y los que lo habían visto les contaron lo que le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.17 Entonces comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara quedarse con él.19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:
—Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti.20 Él se fue y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
Lc. 8.26-39 DHH NIV NBD NVI LBLA
26 Arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; no vestía ropa ni habitaba en casa, sino en los sepulcros.28 Al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz:
—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.
29 (Jesús le ordenaba al espíritu impuro que saliera del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y lo ataban con cadenas y grillos, pero, rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)30 Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Él dijo:
—Legión.
Muchos demonios habían entrado en él31 y le rogaban que no los mandara al abismo.32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejara entrar en ellos. Él les dio permiso.33 Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.
34 Los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos.35 Y salieron a ver lo que había sucedido; vinieron a Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio; y tuvieron miedo.36 Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se alejara de ellos, pues tenían gran temor. Entró, pues, Jesús en la barca y se fue.38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que lo dejara quedarse con él, pero Jesús lo despidió, diciendo:
39 —Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.
Él, entonces, se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús
Mt. 9.18-26 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 Mientras él les decía estas cosas, llegó un dignatario y se postró ante él, diciendo:
—Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.20 En esto, una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto,21 porque se decía a sí misma: «Con solo tocar su manto, seré salva».
22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo:
—Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.
Y la mujer fue salva desde aquella hora.
23 Cuando entró Jesús en la casa del dignatario y vio a los que tocaban flautas y a la gente que hacía alboroto,24 les dijo:
—Apartaos, porque la niña no está muerta, sino que duerme.
Y se burlaban de él.25 Pero cuando la gente fue echada fuera, entró y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.26 Y se difundió esta noticia por toda aquella tierra.
Mr. 5.21-43 DHH NIV NBD NVI LBLA
21 Al pasar otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió a su alrededor una gran multitud; y él estaba junto al mar.22 Y vino un alto dignatario de la sinagoga, llamado Jairo. Al verlo, se postró a sus pies,23 y le rogaba mucho, diciendo:
—Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva.
24 Fue, pues, con él, y lo seguía una gran multitud, y lo apretaban.25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,26 y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía y de nada le había servido, antes le iba peor,27 cuando oyó hablar de Jesús se acercó por detrás entre la multitud y tocó su manto,28 porque decía: «Si toco tan solo su manto, seré salva».29 Inmediatamente la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de su azote.30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, preguntó:
—¿Quién ha tocado mis vestidos?
31 Sus discípulos le dijeron:
—Ves que la multitud te aprieta, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”.
32 Pero él miraba alrededor para ver quién lo había hecho.33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad.
34 Él le dijo:
—Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad.
35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del alto dignatario de la sinagoga, diciendo:
—Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al alto dignatario de la sinagoga:
—No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que lo siguiera nadie sino Pedro, Jacobo y Juan, hermano de Jacobo.38 Vino a casa del alto dignatario de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.39 Entró y les dijo:
—¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino dormida.
40 Y se burlaban de él. Pero él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.41 Tomó la mano de la niña y le dijo:
—¡Talita cumi! (que significa: “Niña, a ti te digo, levántate”).
42 Inmediatamente la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y la gente se llenó de asombro.43 Pero él les insistió en que nadie lo supiera, y dijo que dieran de comer a la niña.
Lc. 8.40-56 DHH NIV NBD NVI LBLA
40 Cuando volvió Jesús, lo recibió la multitud con gozo, pues todos lo esperaban.41 Entonces llegó un hombre llamado Jairo, que era un alto dignatario de la sinagoga; postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrara en su casa,42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo.
Y mientras iba, la multitud lo oprimía.
43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y por ninguno había podido ser curada,44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. Al instante se detuvo el flujo de su sangre.45 Entonces Jesús dijo:
—¿Quién es el que me ha tocado?
Todos lo negaban, y dijo Pedro y los que con él estaban:
—Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y preguntas: “¿Quién es el que me ha tocado?”.
46 Pero Jesús dijo:
—Alguien me ha tocado, porque yo he sentido que ha salido poder de mí.
47 Entonces, cuando la mujer vio que había sido descubierta, vino temblando y, postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa lo había tocado y cómo al instante había sido sanada.48 Él le dijo:
—Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.
49 Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del alto dignatario de la sinagoga a decirle:
—Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.
50 Oyéndolo Jesús, le respondió:
—No temas; cree solamente y será salva.
51 Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan y al padre y a la madre de la niña.52 Todos lloraban y hacían lamentación por ella. Pero él dijo:
—No lloréis; no está muerta, sino que duerme.
53 Y se burlaban de él, porque sabían que estaba muerta.54 Pero él, tomándola de la mano, clamó diciendo:
—¡Muchacha, levántate!
55 Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diera de comer.56 Sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijeran lo que había sucedido.
Octubre 5
Jesús sana a un muchacho endemoniado
Mt. 17.14-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Cuando llegaron adonde estaba la gente, se le acercó un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo:
15 —Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y sufre muchísimo, porque muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua.16 Lo he traído a tus discípulos, pero no lo han podido sanar.
17 Respondiendo Jesús, dijo:
—¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
18 Entonces reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquella hora.19 Se acercaron entonces los discípulos a Jesús y le preguntaron aparte:
—¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
20 Jesús les dijo:
—Por vuestra poca fe. De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible.21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
Mr. 9.14-29 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que discutían con ellos.15 En seguida toda la gente, viéndolo, se asombró; y corriendo a él, lo saludaron.16 Él les preguntó:
—¿Qué discutís con ellos?
17 Respondiendo uno de la multitud, dijo:
—Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,18 el cual, dondequiera que lo toma, lo sacude; echa espumarajos, cruje los dientes y se va secando. Dije a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no pudieron.
19 Respondiendo él, les dijo:
—¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
20 Se lo trajeron, y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, que cayó al suelo revolcándose y echando espumarajos.21 Jesús preguntó al padre:
—¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?
Él dijo:
—Desde niño.22 Y muchas veces lo arroja al fuego o al agua, para matarlo; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.
23 Jesús le dijo:
—Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 Inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo:
—Creo; ayuda mi incredulidad.
25 Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu impuro, diciéndole:
—Espíritu mudo y sordo, yo te mando que salgas de él y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndolo con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: «Está muerto».
27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo enderezó; y se levantó.28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte:
—¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
29 Y les dijo:
—Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Lc. 9.37-43 DHH NIV NBD NVI LBLA
37 Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro.38 Y un hombre de la multitud clamó diciendo:
—Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo;39 y sucede que un espíritu lo toma y, de repente, lo hace gritar, lo sacude con violencia, lo hace echar espuma y, estropeándolo, a duras penas se aparta de él.40 Rogué a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no pudieron.
41 Respondiendo Jesús, dijo:
—¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.
42 Mientras se acercaba el muchacho, el demonio lo derribó y lo sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre.43 Y todos se admiraban de la grandeza de Dios.
Jesús sana a una mujer en sábado
Lc. 13.10-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en sábado,11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar.12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
—Mujer, eres libre de tu enfermedad.
13 Puso las manos sobre ella, y ella se enderezó al momento y glorificaba a Dios.14 Pero el alto dignatario de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado en sábado, dijo a la gente:
—Seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en sábado.
15 Entonces el Señor le respondió y dijo:
—¡Hipócrita!, ¿no desatáis vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a beber en sábado?16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?
17 Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.
Jesús sana a un hidrópico
Lc. 14.1-6 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aconteció que un sábado Jesús entró a comer en casa de un gobernante fariseo, y ellos lo acechaban.2 Y estaba delante de él un hombre hidrópico.3 Entonces Jesús habló a los intérpretes de la Ley y a los fariseos, diciendo:
—¿Es lícito sanar en sábado?
4 Pero ellos callaron. Él, tomándolo, lo sanó y lo despidió.5 Y dirigiéndose a ellos, dijo:
—¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente, aunque sea sábado?
6 Y no le podían replicar a estas cosas.
Diez leprosos son limpiados
Lc. 17.11-19 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.12 Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos13 y alzaron la voz, diciendo:
—¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
14 Cuando él los vio, les dijo:
—Id, mostraos a los sacerdotes.
Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios.
15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz,16 y se postró rostro en tierra a sus pies dándole gracias. Este era samaritano.17 Jesús le preguntó:
—¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están?18 ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero?
19 Y le dijo:
—Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
El ciego Bartimeo recibe la vista
Mr. 10.46-52 DHH NIV NBD NVI LBLA
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando.47 Al oir que era Jesús nazareno, comenzó a gritar:
—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos lo reprendían para que callara, pero él clamaba mucho más:
—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole:
—Ten confianza; levántate, te llama.
50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.51 Jesús le preguntó:
—¿Qué quieres que te haga?
El ciego le dijo:
—Maestro, que recobre la vista.
52 Jesús le dijo:
—Vete, tu fe te ha salvado.
Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.
Jesús sana a dos ciegos
Mt. 20.29-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Al salir ellos de Jericó, lo seguía una gran multitud.30 Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo:
—¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
31 La gente los reprendía para que callaran, pero ellos clamaban más, diciendo:
—¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
32 Jesús, deteniéndose, los llamó y les dijo:
—¿Qué queréis que os haga?
33 Ellos le dijeron:
—Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
34 Entonces Jesús, sintiendo compasión, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista y lo siguieron.
Un ciego de Jericó recibe la vista
Lc.18.35-43 DHH NIV NBD NVI LBLA
35 Aconteció que, acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando,36 y al oir a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.37 Le dijeron que pasaba Jesús nazareno.38 Entonces gritó, diciendo:
—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
39 Los que iban delante lo reprendían para que callara; pero él gritaba aún más fuerte:
—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
40 Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerlo a su presencia. Cuando llegó, le preguntó,41 diciendo:
—¿Qué quieres que te haga?
Y él dijo:
—Señor, que reciba la vista.
42 Jesús le dijo:
—Recíbela, tu fe te ha salvado.
43 Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.
Dos ciegos reciben la vista
Mt. 9.27-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
27 Cuando salió Jesús, lo siguieron dos ciegos, diciéndole a gritos:
—¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
28 Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó:
—¿Creéis que puedo hacer esto?
Ellos dijeron:
—Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo:
—Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo:
—Mirad que nadie lo sepa.
31 Pero cuando salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
Un mudo habla
Mt. 9.32-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 Tan pronto ellos salieron, le trajeron un mudo endemoniado.33 Una vez expulsado el demonio, el mudo habló. La gente se maravillaba y decía:
—Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.
34 Pero los fariseos decían:
—Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
Jesús sana a los enfermos en Genesaret
Mt. 14.34-36 DHH NIV NBD NVI LBLA
34 Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret.35 Cuando lo reconocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos;36 y le rogaban que los dejara tocar solamente el borde de su manto. Y todos los que lo tocaron, quedaron sanos.
Mr. 6.53-56 DHH NIV NBD NVI LBLA
53 Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret y arribaron a la orilla. 54 Al salir ellos de la barca, en seguida la gente lo reconoció.55 Mientras recorrían toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en camillas a donde oían que estaba. 56 Y dondequiera que entraba, ya fuera en aldeas, en ciudades o en campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos y le rogaban que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban sanos.
Octubre 6
La fe de la mujer cananea
Mt. 15.21-28 DHH NIV NBD NVI LBLA
21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.22 Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región comenzó a gritar y a decirle:
—¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.
23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo:
—Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros.
24 Él, respondiendo, dijo:
—No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo:
—¡Señor, socórreme!
26 Respondiendo él, dijo:
—No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.
27 Ella dijo:
—Sí, Señor; pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
28 Entonces, respondiendo Jesús, dijo:
—¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres.
Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Mr. 7.24-30 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entró en una casa, y no quería que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse.25 Una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, luego que oyó de él vino y se postró a sus pies.26 La mujer era griega, sirofenicia de origen, y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio.27 Pero Jesús le dijo:
—Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.
28 Respondió ella y le dijo:
—Sí, Señor; pero aun los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29 Entonces le dijo:
—Por causa de esta palabra, vete; el demonio ha salido de tu hija.30 Cuando la mujer llegó a su casa, halló a la hija acostada en la cama, y que el demonio había salido de ella.
Jesús sana a muchos
Mt. 15.29-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
29 Pasó Jesús de allí y fue junto al Mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí.30 Se le acercó mucha gente que traía consigo cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;31 de manera que la multitud se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y glorificaban al Dios de Israel.
La multitud a la orilla del mar
Mr. 3.7-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
7 Pero Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y lo siguió gran multitud de Galilea. También de Judea,8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.9 Entonces dijo a sus discípulos que le tuvieran siempre lista la barca, para evitar que la multitud lo oprimiera,10 pues, como había sanado a muchos, todos los que tenían plagas se echaban sobre él para tocarlo.11 Y los espíritus impuros, al verlo, se postraban delante de él y gritaban:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
12 Pero él los reprendía para que no lo descubrieran.
Jesús sana a un sordomudo
Mr. 7.31-37 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al Mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.32 Le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera la mano sobre él.33 Entonces, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos, escupió y tocó su lengua.34 Luego, levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo:
—¡Efata! (que quiere decir: “Sé abierto”).
35 Al momento fueron abiertos sus oídos, se desató la ligadura de su lengua y hablaba bien.36 Y les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo:
—Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
Un ciego sanado en Betsaida
Mr. 8.22-26 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Vino luego a Betsaida, y le trajeron un ciego, y le rogaron que lo tocara.23 Entonces, tomando la mano del ciego, lo sacó fuera de la aldea; escupió en sus ojos, puso sus manos sobre él y le preguntó si veía algo.24 Él, mirando, dijo:
—Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.26 Jesús lo envió a su casa, diciendo:
—No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
El paralítico de Betesda
Jn. 5.1-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
2 Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.3 En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua,4 porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.5 Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.6 Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
—¿Quieres ser sano?
7 El enfermo le respondió:
—Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo:
—Levántate, toma tu camilla y anda.
9 Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su camilla y anduvo. Era sábado aquel día.
10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado:
—Es sábado; no te es permitido cargar tu camilla.
11 Él les respondió:
—El que me sanó, él mismo me dijo: “Toma tu camilla y anda”.
12 Entonces le preguntaron:
—¿Quién es el que te dijo: “Toma tu camilla y anda”?
13 Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.14 Después lo halló Jesús en el Templo y le dijo:
—Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor.
15 El hombre se fue y contó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado.16 Por esta causa los judíos perseguían a Jesús e intentaban matarlo, porque hacía estas cosas en sábado.17 Jesús les respondió:
—Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.
18 Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Jesús sana a un ciego de nacimiento
Jn. 9.1-12 DHHNIVNBDNVILBLA
1 Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo:
—Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?
3 Respondió Jesús:
—No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, mientras dura el día; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.5 Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo.
6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y untó con el lodo los ojos del ciego,7 y le dijo:
—Ve a lavarte en el estanque de Siloé—que significa «Enviado»—.
Entonces fue, se lavó y regresó viendo.8 Por eso, los vecinos y los que antes lo habían visto que era ciego, decían:
—¿No es este el que se sentaba y mendigaba?
9 Unos decían: «Él es». Otros: «A él se parece». Él decía: «Yo soy».
10 Entonces le preguntaron:
—¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
11 Respondió él y dijo:
—Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: “Ve al Siloé y lávate”. Fui, pues, me lavé y recibí la vista.
12 Entonces le dijeron:
—¿Dónde está él?
Él dijo:
—No sé.
Los fariseos interrogan al ciego sanado
Jn. 9.13-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.14 Y era sábado cuando Jesús había hecho el lodo y le había abierto los ojos.15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo:
—Me puso lodo sobre los ojos, me lavé y veo.
16 Entonces algunos de los fariseos decían:
—Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros decían:
—¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales?
Y había división entre ellos.17 Entonces le preguntaron otra vez al ciego:
—¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?
Él contestó:
—Que es profeta.
18 Pero los judíos no creyeron que él había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,19 y les preguntaron, diciendo:
—¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?
20 Sus padres respondieron y les dijeron:
—Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego;21 pero cómo ve ahora, no lo sabemos, o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo.
22 Esto dijeron sus padres porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesaba que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga.23 Por eso dijeron sus padres: “Edad tiene, preguntadle a él”.
24 Llamaron nuevamente al hombre que había sido ciego, y le dijeron:
—¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
25 Entonces él respondió y dijo:
—Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.
26 Le volvieron a decir:
—¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
27 Él les respondió:
—Ya os lo he dicho y no habéis escuchado, ¿por qué lo queréis oir otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?
28 Entonces lo insultaron, y dijeron:
—Tú eres su discípulo, pero nosotros, discípulos de Moisés somos.29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés, pero respecto a ese, no sabemos de dónde ha salido.
30 Respondió el hombre y les dijo:
—Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde ha salido, y a mí me abrió los ojos.31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ese oye.32 Nunca se ha oído decir que alguien abriera los ojos a uno que nació ciego.33 Si este no viniera de Dios, nada podría hacer.
34 Respondieron y le dijeron:
—Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros?
Y lo expulsaron.
Ceguera espiritual
Jn. 9.35-41 DHH NIV NBD NVI LBLA
35 Oyó Jesús que lo habían expulsado y, hallándolo, le dijo:
—¿Crees tú en el Hijo de Dios?
36 Respondió él y dijo:
—¿Quién es, Señor, para que crea en él?
37 Le dijo Jesús:
—Pues lo has visto; el que habla contigo, ese es.
38 Y él dijo:
—Creo, Señor—y lo adoró.
39 Dijo Jesús:
—Para juicio he venido yo a este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.
40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oir esto, le dijeron:
—¿Acaso también nosotros somos ciegos?
41 Jesús les respondió:
—Si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero ahora, porque decís: “Vemos”, vuestro pecado permanece.
Octubre 7
OTROS MILAGROS DE CRISTO
Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín
Lc. 7.11-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos y una gran multitud.12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.13 Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo:
—No llores.
14 Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo:
—Joven, a ti te digo, levántate.
15 Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.16 Todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros» y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 Y se extendió la fama de él por toda Judea y por toda la región de alrededor.
Calma la tempestad
Mt. 8.23-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
23 Entró él en la barca y sus discípulos lo siguieron.24 Y se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.25 Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo:
—¡Señor, sálvanos, que perecemos!
26 Él les dijo:
—¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.27 Los hombres, maravillados, decían:
—¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar lo obedecen?
Mr. 4.35-41 DHH NIV NBD NVI LBLA
35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo:
—Pasemos al otro lado.
36 Una vez despedida la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca. También había otras barcas.37 Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.38 Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron:
—¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar:
—¡Calla, enmudece!
Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma.40 Y les dijo:
—¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro:
—¿Quién es este, que aun el viento y el mar lo obedecen?
Lc. 8.22-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos y les dijo:
—Pasemos al otro lado del lago.
Y partieron.23 Pero, mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago, y se anegaban y peligraban.24 Vinieron a él y lo despertaron, diciendo:
—¡Maestro, Maestro, que perecemos!
Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron y sobrevino la calma.
25 Y les dijo:
—¿Dónde está vuestra fe?
Atemorizados, se maravillaban y se decían unos a otros:
—¿Quién es este, que aun a los vientos y a las aguas manda, y lo obedecen?
Alimentación de los cinco mil
Mt. 14.13-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Al oírlo Jesús, se apartó de allí, él solo, en una barca a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió a pie desde las ciudades.14 Al salir Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que de ellos estaban enfermos.15 Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo:
—El lugar es desierto y la hora ya avanzada. Despide a la multitud para que vayan por las aldeas y compren algo de comer.
16 Jesús les dijo:
—No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
17 Ellos dijeron:
—No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
18 Él les dijo:
—Traédmelos acá.
19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.20 Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.21 Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Mr. 6.30-44 DHH NIV NBD NVI LBLA
30 Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
31 Él les dijo:
—Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco,
porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.33 Pero muchos los vieron ir y lo reconocieron; entonces muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.34 Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, y le dijeron:
—El lugar es desierto y la hora ya muy avanzada.36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor y compren pan, pues no tienen qué comer.
37 Respondiendo él, les dijo:
—Dadles vosotros de comer.
Ellos le dijeron:
—¿Quieres que vayamos y compremos pan por doscientos denarios y les demos de comer?
38 Él les preguntó:
—¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.
Y al saberlo, dijeron:
—Cinco, y dos peces.
39 Entonces les mandó que hicieran recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.40 Se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; también repartió los dos peces entre todos.42 Comieron todos y se saciaron.43 Y recogieron, de los pedazos y de lo que sobró de los peces, doce cestas llenas.44 Los que comieron eran cinco mil hombres.
Lc. 9.10-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 Al regresar los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte, a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida.11 Cuando la gente lo supo, lo siguió; y él los recibió, les hablaba del reino de Dios y sanaba a los que necesitaban ser curados.
12 Pero el día comenzaba a declinar. Acercándose los doce, le dijeron:
—Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor y se alojen y encuentren alimentos, porque aquí estamos en lugar desierto.
13 Él les dijo:
—Dadles vosotros de comer.
Dijeron ellos:
—No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud.
14 Eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos:
—Hacedlos sentar en grupos de cincuenta.
15 Así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos.16 Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente.17 Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que les sobró: doce cestas de pedazos.
Jn. 6.1-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del Mar de Galilea, el de Tiberias.2 Y lo seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.3 Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos.4 Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.5 Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe:
—¿De dónde compraremos pan para que coman estos?
6 Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer.7 Felipe le respondió:
—Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?
10 Entonces Jesús dijo:
—Haced recostar a la gente.
Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como en número de cinco mil hombres.11 Tomó Jesús aquellos panes y, después de dar gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; de igual manera hizo con los pescados, dándoles cuanto querían.12 Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos:
—Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.14 Entonces aquellos hombres, al ver la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo».
15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.
La gente busca a Jesús
Jn. 6.22-24 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos.23 Pero otras barcas habían llegado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaúm, buscando a Jesús.
Octubre 8
Jesús anda sobre el mar
Mt.14.22-33 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.23 Después de despedir a la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.24 Ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario.25 Pero a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar.26 Los discípulos, viéndolo andar sobre el mar, se turbaron, diciendo:
—¡Un fantasma!
Y gritaron de miedo.27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo:
—¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis.
28 Entonces le respondió Pedro, y dijo:
—Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo:
—Ven.
Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:
—¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo:
—¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 En cuanto ellos subieron a la barca, se calmó el viento.33 Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron, diciendo:
—Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Mr. 6.45-52 DHH NIV NBD NVI LBLA
45 En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.46 Y después que los despidió, se fue al monte a orar.47 Al llegar la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.48 Viéndolos remar con gran esfuerzo, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.49 Viéndolo ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y gritaron,50 porque todos lo veían, y se asustaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo:
—¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis.
51 Subió a la barca con ellos, y se calmó el viento. Ellos se asustaron mucho, y se maravillaban,52 pues aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
Jn. 6.16-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 Al anochecer descendieron sus discípulos al mar,17 y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos.18 El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.20 Pero él les dijo:
—Yo soy; no temáis.
21 Entonces ellos lo recibieron con gusto en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra a donde iban.
Alimentación de los cuatro mil
Mt. 15.32-39 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 Jesús, llamando a sus discípulos, dijo:
—Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.
33 Entonces sus discípulos le dijeron:
—¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande?
34 Jesús les preguntó:
—¿Cuántos panes tenéis?
Y ellos dijeron:
—Siete y unos pocos peces.
35 Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra.36 Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.37 Comieron todos y se saciaron; y de los pedazos que sobraron recogieron siete canastas llenas.38 Los que comieron eran como cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.39 Entonces, después de despedir a la gente, entró en la barca y fue a la región de Magdala.
Mr. 8.1-10 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
2 —Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer;3 y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
4 Sus discípulos le respondieron:
—¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?
5 Él les preguntó:
—¿Cuántos panes tenéis?
Ellos dijeron:
—Siete.
6 Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y los pusieron delante de la multitud.7 Tenían además unos pocos pececillos; los bendijo y mandó que también los pusieran delante.8 Comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.9 Los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.10 Luego, entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
Jesús maldice la higuera estéril
Mt. 21.18-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.19 Viendo una higuera cerca del camino, se acercó, pero no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo:
—¡Nunca jamás nazca de ti fruto!
Y al instante la higuera se secó.20 Al ver esto los discípulos, decían asombrados:
—¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?
21 Respondiendo Jesús, les dijo:
—De cierto os digo que si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte le decís: “¡Quítate y arrójate al mar!”, será hecho.22 Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.
Mr. 11.12-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.13 Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.14 Entonces Jesús dijo a la higuera:
—¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti!
Y lo oyeron sus discípulos.
La higuera maldecida se seca
Mr. 11.20-26 DHH NIV NBD NVI LBLA
20 Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado desde las raíces.21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo:
—Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Tened fe en Dios.23 De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.24 Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas,26 porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
Las bodas en Caná de Galilea
Jn. 2.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús.2 También fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.3 Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús le dijo:
—No tienen vino.
4 Jesús le dijo:
—¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían:
—Haced todo lo que él os diga.
6 Había allí seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el rito de purificación de los judíos; en cada una de ellas cabían dos o tres cántaros.7 Jesús les dijo:
—Llenad de agua estas tinajas.
Y las llenaron hasta arriba.8 Entonces les dijo:
—Sacad ahora un poco y presentadlo al encargado del banquete.
Y se lo presentaron.9 Cuando el encargado del banquete probó el agua hecha vino, sin saber de dónde era (aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al esposo10 y le dijo:
—Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior; sin embargo, tú has reservado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
12 Después de esto descendieron a Capernaúm él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días.
Octubre 9
Muerte de Lázaro
Jn. 11.1-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Estaba enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana.2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos).3 Enviaron, pues, las hermanas a decir a Jesús:
—Señor, el que amas está enfermo.
4 Jesús, al oírlo, dijo:
—Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos:
—Vamos de nuevo a Judea.
8 Le dijeron los discípulos:
—Rabí, hace poco los judíos intentaban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9 Respondió Jesús:
—¿No tiene el día doce horas? El que anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
11 Dicho esto, agregó:
—Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.
12 Dijeron entonces sus discípulos:
—Señor, si duerme, sanará.
13 Jesús decía esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.14 Entonces Jesús les dijo claramente:
—Lázaro ha muerto,15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a él.
16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos:
—Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Jesús, la resurrección y la vida
Jn. 11.17-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 Llegó, pues, Jesús y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios,19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús llegaba, salió a encontrarlo, pero María se quedó en casa.21 Marta dijo a Jesús:
—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.22 Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo:
—Tu hermano resucitará.
24 Marta le dijo:
—Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.
25 Le dijo Jesús:
—Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27 Le dijo:
—Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Jesús llora ante la tumba de Lázaro
Jn. 11.28-37 DHH NIV NBD NVI LBLA
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto:
—El Maestro está aquí, y te llama.
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a él.30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado.31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo:
—Va al sepulcro, a llorar allí.
32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verlo, se postró a sus pies, diciéndole:
—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,34 y preguntó:
—¿Dónde lo pusisteis?
Le dijeron:
—Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró.36 Dijeron entonces los judíos:
—¡Mirad cuánto lo amaba!
37 Y algunos de ellos dijeron:
—¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
Resurrección de Lázaro
Jn. 11.38-44 DHH NIV NBD NVI LBLA
38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima.39 Dijo Jesús:
—Quitad la piedra.
Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
—Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.
40 Jesús le dijo:
—¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
—Padre, gracias te doy por haberme oído.42 Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:
—¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
—Desatadlo y dejadlo ir.
El complot contra Lázaro
Jn. 12.9-11 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y fueron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro,11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
LAS PARÁBOLAS DE CRISTO
Propósito de las parábolas
Mt. 13.10-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 Entonces, acercándose los discípulos, le preguntaron:
—¿Por qué les hablas por parábolas?
11 Él, respondiendo, les dijo:
—Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado,12 pues a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
»“De oído oiréis, y no entenderéis;
y viendo veréis, y no percibiréis,
15 porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido,
y con los oídos oyen pesadamente,
y han cerrado sus ojos;
para que no vean con los ojos,
ni oigan con los oídos,
ni con el corazón entiendan, ni se conviertan
y yo los sane”.
Mr. 4.10-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 Cuando quedó solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.11 Y les dijo:
—A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; pero a los que están fuera, por parábolas todas las cosas,12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados los pecados.
Lc. 8.9,10 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 Sus discípulos le preguntaron:
—¿Qué significa esta parábola?
10 Él dijo:
—A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios, pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
Parábola del Sembrador
Mt. 13.1-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.2 Se le acercó mucha gente, así que él, entrando en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.3 Les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:
«El sembrador salió a sembrar.4 Mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y la comieron.5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;6 pero cuando salió el sol, se quemó y, como no tenía raíz, se secó.7 Parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron.8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno.9 El que tiene oídos para oir, oiga».
Mr. 4.1-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar. Y se reunió alrededor de él tanta gente, que subió a una barca que estaba en el mar, y se sentó; mientras, la gente se quedaba en la orilla.
2 Entonces les enseñaba por medio de parábolas muchas cosas. Les decía en su enseñanza:
3 —Oíd: El sembrador salió a sembrar;4 y, al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y se la comieron.5 Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque la tierra no era profunda;6 pero cuando salió el sol se quemó, y como no tenía raíz, se secó.7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó, creció y produjo a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
9 Entonces añadió:
—El que tiene oídos para oir, oiga.
Lc. 8.4-8 DHH NIV NBD NVI LBLA
4 Juntándose una gran multitud y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola:
5 «El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron.6 Otra parte cayó sobre la piedra y, después de nacer, se secó, porque no tenía humedad.7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella la ahogaron.8 Y otra parte cayó en buena tierra, nació y llevó fruto a ciento por uno».
Hablando estas cosas, decía con fuerte voz: «El que tiene oídos para oir, oiga».
Jesús explica la parábola del sembrador
Mt. 13.18-23 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 »Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:19 Cuando alguno oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.20 El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo,21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.22 El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.23 Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.
Mr. 4.13-20 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Y les dijo:
—¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?14 El sembrador es el que siembra la palabra.15 Los de junto al camino son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen viene Satanás y quita la palabra que se sembró en sus corazones.16 De igual modo, los que fueron sembrados en pedregales son los que, al oir la palabra, al momento la reciben con gozo;17 pero no tienen raíz en sí y no se mantienen firmes; por eso, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, tropiezan.18 Los que fueron sembrados entre espinos son los que oyen la palabra,19 pero los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y la hacen infructuosa.20 Y los que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y dan fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
Lc. 8.11-15 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 »Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios.12 Los de junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra para que no crean y se salven.13 Los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la palabra con gozo, pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, pero en el tiempo de la prueba se apartan.14 La que cayó entre espinos son los que oyen pero luego se van y son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.15 Pero la que cayó en buena tierra son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.
Octubre 10
El buen samaritano
Lc. 10.25-37 DHH NIV NBD NVI LBLA
25 Un intérprete de la Ley se levantó y dijo, para probarlo:
—Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
26 Él le dijo:
—¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?
27 Aquel, respondiendo, dijo:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Le dijo:
—Bien has respondido; haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo:
—Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y al verlo pasó de largo.32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo.33 Pero un samaritano que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia.34 Acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.35 Otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: “Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese”.36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo:
—El que usó de misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo:
—Ve y haz tú lo mismo.
El rico insensato
Lc 12.13-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 Le dijo uno de la multitud:
—Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.
14 Pero él le dijo:
—Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?
15 Y les dijo:
—Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
16 También les refirió una parábola, diciendo: «La heredad de un hombre rico había producido mucho.17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: “¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos?”.18 Y dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré más grandes, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;19 y diré a mi alma: ‘Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y regocíjate’ ”.20 Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?”.21 Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios».
El siervo vigilante
Lc. 12.35-40 DHH NIV NBD NVI LBLA
35 »Tened vuestra cintura ceñida y vuestras lámparas encendidas;36 sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que, cuando llegue y llame, le abran en seguida.37 Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa y vendrá a servirles.38 Y aunque venga a la segunda vigilia o a la tercera vigilia, si los halla velando, bienaventurados son aquellos siervos.39 Pero sabed esto, que si supiera el padre de familia a qué hora el ladrón había de llegar, velaría ciertamente y no lo dejaría entrar en su casa.40 Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis el Hijo del hombre vendrá».
Mt. 24.45-51 DHH NIV NBD NVI LBLA
45 »¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?46 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así.47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá.48 Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”,49 y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,50 vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe,51 y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.
El siervo infiel
Lc. 12.41-48 DHH NIV NBD NVI LBLA
41 Entonces Pedro le dijo:
—Señor, ¿dices esta parábola a nosotros o también a todos?
42 Dijo el Señor:
—¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa para que a tiempo les dé su ración?43 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así.44 En verdad os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes.45 Pero si aquel siervo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”, y comienza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y a beber y a embriagarse,46 vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente y lo pondrá con los infieles.
47 »Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.48 Pero el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.
Parábola de la higuera estéril
Lc. 13.6-9 DHH NIV NBD NVI LBLA
6 Dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló.7 Y dijo al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Para qué inutilizar también la tierra?”.8 Él entonces, respondiendo, le dijo: “Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone.9 Si da fruto, bien; y si no, la cortarás después”».
Parábola de la semilla de mostaza
Mt. 13.31,32 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Otra parábola les refirió, diciendo: «El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.32 Esta es a la verdad la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas».
Mr. 4.30-32 DHHNIVNBDNVILBLA
30 Decía también:
«¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra,32 pero después de sembrado crece y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra».
Lc. 13.18,19 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 Dijo:
—¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?19 Es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.
Parábola de la levadura
Mt. 13.33 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado».
Lc. 13.20,21 DHH NIV NBD NVI LBLA
20 Y volvió a decir:
—¿A qué compararé el reino de Dios?21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado.
La puerta estrecha
Mt. 7.13,14 DHH NIV NBD NVI LBLA
13 »Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;14 pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Lc. 13.22-24 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras se encaminaba a Jerusalén.23 Alguien preguntó:
—Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Él les dijo:
24 —Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Los convidados a las bodas
Lc. 14.7-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
7 Observando cómo los convidados escogían los primeros asientos a la mesa, les refirió una parábola, diciéndoles:8 «Cuando seas convidado por alguien a unas bodas no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: “Da lugar a este”, y entonces tengas que ocupar avergonzado el último lugar.10 Más bien, cuando seas convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces tendrás el reconocimiento de los que se sientan contigo a la mesa.11 Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
12 Dijo también al que lo había convidado:
—Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado.13 Cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos;14 y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.
Parábola de la fiesta de boda
Mt. 22.1-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo:
2 «El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo una fiesta de boda a su hijo.3 Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero estos no quisieron asistir.4 Volvió a enviar otros siervos con este encargo: “Decid a los invitados que ya he preparado mi comida. He hecho matar mis toros y mis animales engordados, y todo está dispuesto; venid a la boda”.5 Pero ellos, sin hacer caso, se fueron: uno a su labranza, otro a sus negocios;6 y otros, tomando a los siervos, los golpearon y los mataron.7 Al oírlo el rey, se enojó y, enviando sus ejércitos, mató a aquellos homicidas y quemó su ciudad.8 Entonces dijo a sus siervos: “La boda a la verdad está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos.9 Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis”.10 Entonces salieron los siervos por los caminos y reunieron a todos los que hallaron, tanto malos como buenos, y la boda se llenó de invitados.
11 »Cuando entró el rey para ver a los invitados, vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda,12 y le dijo: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin estar vestido de boda?”. Pero él guardó silencio.13 Entonces el rey dijo a los que servían: “Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”,14 pues muchos son llamados, pero pocos escogidos».
Octubre 11
Parábola de la gran cena
Lc. 14.15-24 DHH NIV NBD NVI LBLA
15 Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo:
—¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!
16 Entonces Jesús le dijo: «Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos.17 A la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: “Venid, que ya todo está preparado”.18 Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: “He comprado una hacienda y necesito ir a verla. Te ruego que me excuses”.19 Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me excuses”.20 Y otro dijo: “Acabo de casarme y por tanto no puedo ir”.21 El siervo regresó e hizo saber estas cosas a su señor. Entonces, enojado el padre de familia, dijo a su siervo: “Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos”.22 Dijo el siervo: “Señor, se ha hecho como mandaste y aún hay lugar”.23 Dijo el señor al siervo: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa,24 pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena”».
La parábola de la oveja perdida
Mt. 18.10-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
10 »Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos,11 porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
12 »¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se ha descarriado?13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella que por las noventa y nueve que no se descarriaron.14 De igual modo, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños.
Lc. 15.1-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo,2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo:
—Este recibe a los pecadores y come con ellos.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:4 «¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?5 Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso,6 y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido”.7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
Parábola de la moneda perdida
Lc. 15.8-10 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 »¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla?9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”.10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente».
Parábola del hijo pródigo
Lc. 15.11-32 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 También dijo: «Un hombre tenía dos hijos,12 y el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”. Y les repartió los bienes.13 No muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.14 Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó él a pasar necesidad.15 Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos.16 Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.17 Volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros’ ”.20 Entonces se levantó y fue a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó.21 El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”.22 Pero el padre dijo a sus siervos: “Sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su dedo y calzado en sus pies.23 Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta,24 porque este mi hijo muerto era y ha revivido; se había perdido y es hallado”. Y comenzaron a regocijarse.
25 »El hijo mayor estaba en el campo. Al regresar, cerca ya de la casa, oyó la música y las danzas;26 y llamando a uno de los criados le preguntó qué era aquello.27 El criado le dijo: “Tu hermano ha regresado y tu padre ha hecho matar el becerro gordo por haberlo recibido bueno y sano”.28 Entonces se enojó y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrara.29 Pero él, respondiendo, dijo al padre: “Tantos años hace que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.30 Pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo”.31 Él entonces le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas.32 Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha revivido; se había perdido y ha sido hallado”».
Parábola del mayordomo infiel
Lc. 16.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Dijo también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él como derrochador de sus bienes.2 Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo”.3 Entonces el mayordomo dijo para sí: “¿Qué haré?, porque mi amo me va a quitar la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.4 Ya sé lo que haré para que, cuando se me quite la mayordomía, me reciban en sus casas”.5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”.6 Él dijo: “Cien barriles de aceite”. Le dijo: “Toma tu cuenta, siéntate pronto y escribe cincuenta”.7 Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Este contestó: “Cien medidas de trigo”. Él le dijo: “Toma tu cuenta y escribe ochenta”.8 Y alabó el amo al mayordomo malo por haber actuado sagazmente, porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.
9 »Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas.
10 »El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.11 Si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
El rico y Lázaro
Lc. 16.19-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
19 »Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez.20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas,21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 »En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.24 Entonces, gritando, dijo: “Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama”.25 Pero Abraham le dijo: “Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado.26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá”.
27 »Entonces le dijo: “Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre,28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento”.29 Abraham le dijo: “A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!”.30 Él entonces dijo: “No, padre Abraham; pero si alguno de los muertos va a ellos, se arrepentirán”.31 Pero Abraham le dijo: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos”».
Parábola de la viuda y el juez injusto
Lc. 18.1-8 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar,2 diciendo: «Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre.3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: “Hazme justicia de mi adversario”.4 Él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: “Aunque ni temo a Dios ni tengo respeto a hombre,5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo me agote la paciencia”».
6 Y dijo el Señor: «Oíd lo que dijo el juez injusto.7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?».
Parábola del fariseo y el publicano
Lc. 18.9-14 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:10 «Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano.11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;12 ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano”.13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador”.14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».
Octubre 12
Parábola de los talentos
Mt. 25.14-30 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 »El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.15 A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.16 El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.17 Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos.18 Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19 »Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.20 Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”.21 Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.22 Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos”.23 Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.24 Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo”.26 Respondiendo su señor, le dijo: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí.27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.28 Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos,29 porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.30 Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Parábola de las diez minas
Lc. 19.11-27 DHH NIV NBD NVI LBLA
11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.
12 Dijo, pues: «Un hombre noble se fue a un país lejano para recibir un reino y volver.13 Llamó antes a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad entre tanto que regreso”.14 Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron tras él una embajada, diciendo: “No queremos que este reine sobre nosotros”.
15 »Aconteció que, al regresar él después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.16 Se presentó el primero, diciendo: “Señor, tu mina ha ganado diez minas”.17 Él le dijo: “Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades”.18 Llegó otro, diciendo: “Señor, tu mina ha producido cinco minas”.19 También a este dijo: “Tú también sé sobre cinco ciudades”.
20 »Se presentó otro, diciendo: “Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo,21 porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo que tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste”.22 Entonces él le dijo: “Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo soy hombre severo que tomo lo que no puse y siego lo que no sembré.23 ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que, al volver, lo hubiera recibido con los intereses?”.24 Y dijo a los que estaban presentes: “Quitadle la mina y dadla al que tiene las diez minas”.25 Ellos le dijeron: “Señor, tiene diez minas”.26 “Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.27 Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos acá y decapitadlos delante de mí”».
Los labradores malvados
Mt. 21.33-46 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 »Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores y se fue lejos.34 Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para que recibieran sus frutos.35 Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon.36 Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos lo mismo.37 Finalmente les envió su hijo, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo”.38 Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: “Este es el heredero; venid, matémoslo y apoderémonos de su heredad”.39 Y tomándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.40 Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
41 Le dijeron:
—A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo.
42 Jesús les preguntó:
—¿Nunca leísteis en las Escrituras:
»“La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”.
43 »Por tanto, os digo que el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él.44 El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y sobre quien ella caiga será desmenuzado.
45 Al oír sus parábolas, los principales sacerdotes y los fariseos entendieron que hablaba de ellos.46 Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque este lo tenía por profeta.
Mr.12.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue lejos.2 A su tiempo envió un siervo a los labradores para recibir de estos del fruto de la viña.3 Pero ellos, tomándolo, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.4 Volvió a enviarles otro siervo; pero, apedreándolo, lo hirieron en la cabeza, y también lo insultaron.5 Volvió a enviar otro, y a este lo mataron. Después envió otros muchos: a unos los golpearon y a otros los mataron.
6 »Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo”.7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: “Este es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra”.8 Y tomándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
9 »¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Irá, destruirá a los labradores y dará su viña a otros.
10 »¿Ni aun esta escritura habéis leído:
“La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo.
11 El Señor ha hecho esto,
y es cosa maravillosa a nuestros ojos”?»
12 Procuraban prenderlo, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud y, dejándolo, se fueron.
Lc. 20.9-19 DHH NIV NBD NVI LBLA
9 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: «Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores y se ausentó por mucho tiempo.10 A su tiempo envió un siervo a los labradores para que le dieran del fruto de la viña, pero los labradores lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.11 Volvió a enviar otro siervo; pero ellos a este también golpearon, insultaron y enviaron con las manos vacías.12 Volvió a enviar un tercer siervo; pero ellos también a este echaron fuera, herido.
13 »Entonces el señor de la viña dijo: “¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás, cuando lo vean a él, le tendrán respeto”.14 Pero los labradores, al verlo, discutían entre sí, diciendo: “Este es el heredero; venid, matémoslo para que la heredad sea nuestra”.15 Lo echaron fuera de la viña y lo mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?16 Irá, destruirá a estos labradores y dará su viña a otros».
Cuando ellos oyeron esto, dijeron:
—¡Dios nos libre!
17 Pero él, mirándolos, dijo:
—¿Qué, pues, es lo que está escrito?:
»“La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo”.
18 «Todo el que caiga sobre aquella piedra, será quebrantado; pero sobre quien ella caiga, lo desmenuzará.
19 En aquella hora, los principales sacerdotes y los escribas procuraban echarle mano, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temían al pueblo.
Parábola del trigo y la cizaña
Mt.13.24-30 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 Les refirió otra parábola, diciendo: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.26 Cuando brotó la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.27 Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”.28 Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?”.29 Él les dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el trigo.30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: ‘Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero’ ”».
Jesús explica la parábola de la cizaña
Mt.13.36-43 DHH NIV NBD NVI LBLA
36 Entonces, después de despedir a la gente, entró Jesús en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le dijeron:
—Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
37 Respondiendo él, les dijo:
—El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre.38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino, y la cizaña son los hijos del malo.39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.40 De manera que, así como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así será en el fin de este mundo.41 Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y recogerán de su Reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen maldad,42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oir, oiga.
Octubre 13
Parábola del tesoro escondido
Mt.13.44 DHH NIV NBD NVI LBLA
44 »Además el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
La perla preciosa
Mt.13.45,46 DHH NIV NBD NVI LBLA
45 »También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca buenas perlas,46 y al hallar una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Parábola de la red
Mt.13.47-50 DHH NIV NBD NVI LBLA
47 »Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces.48 Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo.49 Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos,50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Tesoros nuevos y viejos
Mt.13.51,52 DHH NIV NBD NVI LBLA
51 Jesús les preguntó:
—¿Habéis entendido todas estas cosas?
Ellos respondieron:
—Sí, Señor.
52 Él les dijo:
—Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
Parábola del siervo que no quiso perdonar
Mt.18.23-35 DHH NIV NBD NVI LBLA
23 »Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.24 Cuando comenzó a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.25 A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda.26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: “Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo”.27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda.
28 »Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: “Págame lo que me debes”.29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo”.30 Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda.31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.32 Entonces, llamándolo su señor, le dijo: “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”.34 Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Parábola de los obreros de la viña
Mt.20.1-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 »El reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados4 y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Y ellos fueron.5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados y les dijo: “¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?”.7 Le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.
8 »Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los últimos hasta los primeros”.9 Llegaron los que habían ido cerca de la hora undécima y recibieron cada uno un denario.10 Al llegar también los primeros, pensaron que habían de recibir más, pero también ellos recibieron cada uno un denario.11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,12 diciendo: “Estos últimos han trabajado una sola hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día”.13 Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un denario?14 Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este último lo mismo que a ti.15 ¿No me está permitido hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?”.16 Así, los primeros serán últimos y los últimos, primeros, porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.
Parábola de los dos hijos
Mt.21.28-32 DHH NIV NBD NVI LBLA
28 »Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero le dijo: “Hijo, vete hoy a trabajar en mi viña”.29 Respondiendo él, dijo: “¡No quiero!”. Pero después, arrepentido, fue.30 Y acercándose al otro le dijo lo mismo; y respondiendo él, dijo: “Sí, señor, voy”. Pero no fue.31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?
Dijeron ellos:
—El primero.
Jesús les dijo:
—De cierto os digo que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios,32 porque vino a vosotros Juan en camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las rameras le creyeron. Pero vosotros, aunque visteis esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Parábola de las diez vírgenes
Mt.25.1-13 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 »Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;4 pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.5 Como el novio tardaba, cabecearon todas y se durmieron.6 Y a la medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí viene el novio, salid a recibirlo!”7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan”.9 Pero las prudentes respondieron diciendo: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y comprad para vosotras mismas”.10 Pero mientras ellas iban a comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta.11 Después llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!”.12 Pero él, respondiendo, dijo: “De cierto os digo que no os conozco”.13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
Parábola del crecimiento de la semilla
Mr. 4.26-29 DHH NIV NBD NVI LBLA
26 Decía además:
«Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra.27 Duerma y vele, de noche y de día, la semilla brota y crece sin que él sepa cómo,28 porque de por sí lleva fruto la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;29 y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado».
La pregunta sobre el ayuno
Mt.9.14-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron:
—¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?
15 Jesús les dijo:
—¿Acaso pueden los que están de boda tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira del vestido y se hace peor la rotura.17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden; pero echa el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.
Mr.2.18-22 DHH NIV NBD NVI LBLA
18 Los discípulos de Juan y los de los fariseos estaban ayunando. Entonces fueron y le preguntaron:
—¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?
19 Jesús les dijo:
—¿Acaso pueden ayunar los que están de bodas mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.20 Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces, en aquellos días, ayunarán.
21 »Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo y se hace peor la rotura.22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, el vino se derrama y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Lc.5.33-39 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 Entonces ellos le preguntaron:
—¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?
34 Él les dijo:
—¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen entre tanto que el esposo está con ellos?35 Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días, ayunarán.
36 Les dijo también una parábola:
—Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo, pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo.37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán.38 Pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar, y lo uno y lo otro se conservan.39 Y nadie que haya bebido del añejo querrá luego el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor”.
Los dos cimientos
Mt.7.24-29 DHH NIV NBD NVI LBLA
24 »A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.25 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca.26 Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena.27 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina».
28 Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente estaba admirada de su doctrina,29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Lc.6.46-49 DHH NIV NBD NVI LBLA
46 »¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que yo digo?47 Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las obedece, os indicaré a quién es semejante.48 Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover porque estaba fundada sobre la roca.49 Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina de aquella casa».
Octubre 14
Nada oculto que no haya de ser manifestado
Mr. 4.21-25 DHH NIV NBD NVI LBLA
21 También les dijo:
—¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo de una vasija o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?22 Pues bien, nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de salir a luz.23 Si alguno tiene oídos para oir, oiga.
24 Les dijo también:
—Prestad atención a lo que oís, porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís,25 porque al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Lc. 8.16-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 »Nadie enciende una luz para después cubrirla con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la luz.17 Así nada hay oculto que no haya de ser descubierto, ni escondido que no haya de ser conocido y de salir a la luz.18 Mirad, pues, cómo oís, porque a todo el que tiene, se le dará, y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.
Parábola del redil
Jn. 10.1-6 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 »De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador.2 Pero el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.3 A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca.4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.5 Pero al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.6 Esta alegoría les dijo Jesús, pero ellos no entendieron qué era lo que les quería decir.
Jesús, el buen pastor
Jn. 10.7-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
7 Volvió, pues, Jesús a decirles:
—De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores, pero no los oyeron las ovejas.9 Yo soy la puerta: el que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y hallará pastos.10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
11 »Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.12 Pero el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.13 Así que el asalariado huye porque es asalariado y no le importan las ovejas.
14 »Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,15 así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.16 Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a esas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor.17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar.18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
19 Volvió a haber división entre los judíos por estas palabras.20 Muchos de ellos decían:
—Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué lo oís?
21 Decían otros:
—Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?
Jesús, la vid verdadera
Jn. 15.1-17 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 »Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador.2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 »Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, los echan en el fuego y arden.7 Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho.8 En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos.9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
11 »Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo.
12 »Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer.16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé.17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
El uso que Jesús hace de las parábolas
Mr. 4.33,34 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oir.34 Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Mt. 13.34,35 DHH NIV NBD NVI LBLA
34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba,35 para que se cumpliera lo que dijo el profeta:
«Abriré en parábolas mi boca;
declararé cosas escondidas
desde la fundación del mundo».
OTRAS ENSEÑANZAS DE JESÚS
El Sermón del Monte: Las bienaventuranzas
Mt. 5.1-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Viendo la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos,2 y él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
3 «Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran,
porque recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos,
porque recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos,
porque alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón,
porque verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores,
porque serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12 »Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.
Lc. 6.20-26 DHH NIV NBD NVI LBLA
20 Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:
«Bienaventurados vosotros los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios.
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre,
porque seréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis,
porque reiréis.
22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre.
23 »Gozaos en aquel día y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas.
24 »Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
25 »¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
»¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis.
26 »¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
La Ley del Talión queda anulada
Mt. 5.38-42 DHH NIV NBD NVI LBLA
38 »Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”.39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;40 al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;41 a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.
La regla de oro
Mt. 7.12 DHH NIV NBD NVI LBLA
12 Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas.
Lc. 6.31 DHH NIV NBD NVI LBLA
31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
El amor a los enemigos
Mt. 5.43-48 DHH NIV NBD NVI LBLA
43 »Oísteis que fue dicho: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen,45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos.46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Lc. 6.27-30,32-36 DHH NIV NBD NVI LBLA
27 »Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian;28 bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian.29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.32 »Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman.33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto.35 Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y malos.36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Octubre 15
El juzgar a los demás
Mt. 7.1-6 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 »No juzguéis, para que no seáis juzgados,2 porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá.3 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?4 ¿O cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes la viga en el tuyo?5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6 »No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen.
Lc. 6.37-42 DHH NIV NBD NVI LBLA
37 »No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.38 Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir».
39 Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?40 El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado, será como su maestro.
41 »¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo”, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.
Por sus frutos los conoceréis
Mt. 7.15-20 DHH NIV NBD NVI LBLA
15 »Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.20 Así que por sus frutos los conoceréis.
Lc. 6.43-45 DHH NIV NBD NVI LBLA
43 »No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto,44 pues todo árbol se conoce por su fruto, ya que no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas.45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
La luz del mundo
Mt. 5.14-16 DHH NIV NBD NVI LBLA
14 »Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Jesús y la Ley
Mt. 5.17-19 DHH NIV NBD NVI LBLA
17 »No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir,18 porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido.19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.
Jesús enseña una justicia superior
Mt. 5.20 DHH NIV NBD NVI LBLA
20 »Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Sobre el ayuno
Mt. 6.16-18 DHH NIV NBD NVI LBLA
16 »Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
La lámpara del cuerpo
Mt. 6.22,23 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 »La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Lc. 11.33-36 DHH NIV NBD NVI LBLA
33 »Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo de una vasija, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.34 La lámpara del cuerpo es el ojo. Cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas.35 Cuidado, pues, no sea que la luz que en ti hay no sea luz, sino tinieblas.36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor».
La levadura de los fariseos
Lc. 12.1-3 DHH NIV NBD NVI LBLA
1 Mientras tanto, millares de personas se habían juntado, hasta el punto que unos a otros se atropellaban. Jesús comenzó a decir primeramente a sus discípulos:
—Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía,2 porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse.3 Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
A quién se debe temer
Mt. 10.26-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
26 »Así que no los temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser descubierto; ni oculto que no haya de saberse.27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo a plena luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.28 No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre.30 Pues bien, aun vuestros cabellos están todos contados.31 Así que no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
Lc. 12.4-7 DHH NIV NBD NVI LBLA
4 »Os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, pero después nada más pueden hacer.5 Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a este temed.
6 »¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios,7 pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
El que me confiese delante de los hombres
Mt. 10.32,33 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 »A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Lc. 12.8-12 DHH NIV NBD NVI LBLA
8 »Os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del hombre lo confesará delante de los ángeles de Dios;9 pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10 »Todo aquel que diga alguna palabra contra el Hijo del hombre, será perdonado; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no será perdonado.
11 »Cuando os traigan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir,12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis decir.
La angustia y la ansiedad
Mt. 6.25-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
25 »Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo?28 Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;29 pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.30 Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?31 No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”,32 porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas.33 Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 »Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal.
Lc.12.22-31 DHH NIV NBD NVI LBLA
22 Dijo luego a sus discípulos: «Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.23 La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido.24 Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?25 ¿Y quién de vosotros podrá, con angustiarse, añadir a su estatura un codo?26 Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os agustiáis por lo demás?
27 »Considerad los lirios, cómo crecen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.28 Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?29 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud,30 porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas.31 Buscad, más bien, el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
Tesoro en el cielo
Mt. 6.19-21 DHH NIV NBD NVI LBLA
19 »No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan;20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan,21 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Lc. 12.32-34 DHH NIV NBD NVI LBLA
32 »No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino.33 Vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye,34 porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Jesús, causa de división
Mt. 10.34-36 DHH NIV NBD NVI LBLA
34 »No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada,35 porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.36 Así que los enemigos del hombre serán los de su casa.
Lc. 12.49-53 DHH NIV NBD NVI LBLA
49 »Fuego vine a echar en la tierra. ¿Y qué quiero, si ya se ha encendido?50 De un bautismo tengo que ser bautizado. ¡Y cómo me angustio hasta que se cumpla!51 ¿Pensáis que he venido para traer paz a la tierra? Os digo: no, sino enemistad.52 De aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres;53 estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.